Los gobiernos del planeta ajenos a la intervención secreta de la Confederación
Cósmica no se imaginaban lo que estaba aconteciendo y menos de la ayuda que
estaban recibiendo de otros planetas, sobre todo de la presencia de naveslaboratorios en los polos del planeta.
Luzbel hasta ese momento había trabajado en el silencio, pero al ver que todos los
esfuerzos no daban el resultado esperado, decidió que había llegado el momento de
presentarse ante los gobiernos del planeta, para explicarles personalmente la
gravedad del caso. Los guardianes habían trabajado en forma sutil y secreta,
esperando con ello que la transformación del planeta y de los seres se diera por propio
esfuerzo y trabajo, de esa forma conservarían la autenticidad de su labor y no la
atribuirían ni a la magia ni al milagro, si no a su propia intención de lograrlo. Esa
transformación hecha de una forma honrosa, alimentaría al planeta para nuevos logros
futuros.
La Confederación Cósmica alertada por Luzbel, le permitió realizar la idea de
presentarse ante los gobiernos del planeta tomando por supuesto todos los cuidados
necesarios. Luzbel y los voluntarios, a través de los mensajeros, anunciaron su
presencia y pidieron una reunión con los líderes gubernamentales escogidos por su
elevación energética y la pureza de sus pensamientos. La reunión se realizaría en el
polo sur, donde estaba ubicada la nave-laboratorio. Algunos de los gobiernos de
Satién reaccionaron con positividad, alegría y con muchas esperanzas para el planeta.
Otros se mantuvieron atentos y alertos a los acontecimientos y hubo aquellos que
reaccionaron negativamente, rechazando desconfiadamente cualquier ayuda.
Los gobiernos escogieron 22 representantes-científicos, los cuales en conjunto con los
voluntarios, estudiarían las causas por las cuales Satién estaba enfermo. Estos
representantes cohabitarían con los voluntarios en la nave-laboratorio, serían
enseñados por ellos, así el conocimiento sería dado al planeta para el beneficio de
todos por igual, a través de la educación llegaría a la populación más rápido y
uniformemente.
Luzbel y su grupo transmitieron y prepararon a los 22 representantes con el
conocimiento: científico, tecnológico y filosófico universal. Los capacitaron
profundamente en la sabiduría cósmica, transmitiéndoles los códigos, fórmulas,
secuencias matemáticas, correlaciones numéricas etc. Todo el conocimiento les fue otorgado. Los voluntarios prepararon a esos seres enseñándoles los secretos del
universo, todo este trabajo fue realizado con mucha dedicación y amor. Luzbel y su grupo nunca pudieron imaginar que la enfermedad de Satién estaba tan
arraigada en la energía de esos seres, que a pesar de todo el esfuerzo en el proceso
de transmisión y enseñanza que los voluntarios hicieron, no sospecharon ni por un
instante, que prevalecería en el fondo de las mentes de Satién la distorsión de la
enfermedad, la cual se fortaleció más aún por la sabiduría del conocimiento.
Después de largos períodos de convivencia con los representantes, Luzbel y su grupo
se quedaron complacidos, porque los científicos de Satién, habían aprendido
absolutamente todo lo enseñado, estaban totalmente preparados para confrontar la
enfermedad del planeta y con ello podrían comenzar con la cura y con la reactivación
de los pensamientos que los llevaría a la depuración de la energía-planeta.
A pesar de todas los cuidados extremos que Luzbel y su grupo tomaron para no
contaminarse con la energía del planeta sucedió lo inevitable, los voluntarios se
contaminaron, sus energías-pensamientos comenzaron poco a poco a perder la
secuencia y correlación matemática, esa pérdida era muy lenta y sutil, más la
gravedad era suficiente para considerarse aislados del universo.
La Confederación Cósmica fue comunicada y ellos inmediatamente prohibieron el
regreso de Luzbel y su grupo a Morlem, hasta que estuvieran totalmente curados y
pudiesen recuperar la secuencia de sus energías-pensamientos. La Confederación
Cósmica decidió también, poner en cuarentena al planeta Satién, aislándolo de
cualquier interferencia o acercamiento con otros planetas o naves que pudieran
contaminarse, inmediatamente colocaron alrededor del planeta una malla etérea para
evitar que las energías-pensamientos se expandieran por el cosmos.
Luzbel y su grupo se encontraron atrapados en un planeta enfermo, sin poder
regresar a su planeta de origen y sobre todo, contaminados por una energía densa,
electrificada y sin saber las consecuencias y efectos colaterales que producirían en
ellos.
Los voluntarios y los representantes-científicos, unieron todos los esfuerzos para llegar
a descubrir una cura radical para el planeta, para los seres y para los Ayaplianos: no
lo consiguieron. La enfermedad era transmisible de generación en generación. Las
energías se transformaban y se adaptaban camuflándose y escondiéndose tan bien,
que era imposible combatirlas. Surgió por primera vez en el universo creado, un gen
extraño que no se conocía en ninguna realidad del cosmos, ese gen le dieron el
nombre: virus.
Notaron que el virus se alojaba en las energías-pensamientos y desde ahí producía en
las mentes de los seres: irritabilidad, angustia, stress, miedo, violencia, ansiedad,
rabia, olvido, distorsión y más, síntomas que se agravaban conforme avanzaba la
enfermedad, llegando al aniquilamiento de sí mismos o de los otros. Conforme la
enfermedad se intensificaba, los síntomas se acentuaban y se desarrollaban,
adquiriendo otras características que se adaptaban y se alojaban en el carácter y en la
personalidad del individuo, se arraigaban tanto en la mente de los seres, que al final
ellos lo caracterizaban como: aprendizaje, adaptación, desarrollo, adolescencia,
etapas, crecimiento, evolución, problemas psicológicos y más.
Los habitantes de Satién al no saber lidiar con ese virus, trataron de curarlo a través
de su propia inexperiencia, ignorancia y falta de conocimiento. Para ello inventaban
soluciones inútiles para cada característica anómala y creaban curaciones de fantasía sin llegar a ninguna conclusión ni entendimiento, una de esas curaciones que
les producía bienestar y tranquilidad era: acumular bienes materiales.