14 enero 2022

Fragmentos del planeta Satien hoy es la Tierra.

 Por otro lado Luzbel y Lucifer hicieron casi lo mismo, demarcaron al planeta en varios 

lugares y colocaron signos matemáticos para un futuro reconocimiento de los 

fragmentos, ellos también habían ideado un plan matemático que les permitiría no solo 

el reconocimiento, si no la libertad de las energías-pensamientos de Satién. El planeta 

Satién les pertenecía y ellos no lo iban abandonar y menos hacerlo parte de la 

Confederación. Luzbel y Lucifer estaban seguros y confiantes, que al explosionar 

Satién les proporcionaría la gran oportunidad de crecer y expandirse en el universo, 

porque formarían otros planetas, sistemas y constelaciones iguales, de esta forma su 

reinado sería cada vez mayor. Ellos no sospechaban que la Confederación había 

tomado todos los cuidados, para que ellos jamás pudiesen invadir al universo y menos 

autoproclamarse dioses de esas realidades.

Llegó el día esperado, el planeta Satién totalmente ionizado y electrificado, explosionó 

con tanta fuerza y violencia, que sus fragmentos viajaron a velocidades increíbles, 

esparciéndose en la realidad inferior, llegando a lugares insospechados, nunca 

descubiertos ni estudiados. Los planetas cercanos se protegieron y por mucho tiempo 

la radiación de esa energía dañina infectó las zonas aledañas, las cuales se 

mantuvieron por miles de millones de años en cuarentena. 

Satién un planeta que había sido creado con tanto cuidado, donde la forma-hombre se 

había desarrollado bajo la mirada de los mundos superiores no existía. Pero su 

maldad estaba impregnada en cada uno de los fragmentos. La enfermedad estaba 

ramificada y el virus del factor x había llegado a las realidades más densas.

Luzbel y Lucifer, habían escapado ilesos de esa tremenda explosión, sus hologramas 

divagaron también por miles de millones de años, en un tiempo inimaginable, hasta 

que encontraron algunos fragmentos de Satién, 

En el transcurso de la evolución los fragmentos se habían transformado en fuertes 

planetas que giraban alrededor de algún sol y se encontraban adaptados en sistemas 

más completos. Esos sistemas eran muy jóvenes, estaban en pleno proceso evolutivo, 

fuego, gases y temperaturas altísimas envolvían todavía esa parte del universo 

inexplorado. Muchos fragmentos de Satién se encontraban en esa parte del universo. 

La Confederación Cósmica los había clasificado y les había colocado un número 

matemático para diferenciarlos. En medio de toda esa realidad deforme y todavía en 

desarrollo, se destacaba un fragmento grande de Satién, este estaba totalmente 

acoplado a un sistema y se había convertido en un planeta con todas las 

características adecuadas para albergar en un futuro la vida. La Confederación 

Cósmica le dio el nombre: número 3.3.3

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