17 enero 2022

Del libro El Ser Uno. V. II

 El planeta Satién comenzó a ser concientizado través del conocimiento cósmico. Los 

habitantes debían despertar sus conciencias a un nivel mayor de vibración, al levantar 

la vibración-pensamiento lograrían estabilizar a la energía y con ello, lo demás se 

colocaría en orden automáticamente.

Luzbel y su grupo de voluntarios se encargarían de transmitirles el conocimiento y por 

esa labor, fueron nombrados por la confederación: Guardianes del planeta Satién.

Vivirían en los polos del planeta y diseminarían el conocimiento a través de los 

mensajeros, los cuales serían un grupo de habitantes escogidos y preparados 

especialmente para ese menester.

Luzbel y su grupo jamás imaginaron lo que les esperaba, no sabían que se 

encontraban en un planeta donde la energía ya no funcionaba como ellos pensaban, 

se había corrompido y encausado por caminos inciertos y torcidos y había perdido la 

pureza de su creación. 

Definitivamente los habitantes de Satién ya no vivían de acuerdo a los parámetros del 

universo, ellos habían creado sus propias normas y modos de existencia. Los 

habitantes de Satién ya no eran considerados ayaplianos, ellos eran: ayaplianosreptiloides.

Toda esa amalgama energética e ionización, marcaron cambios profundos en la 

energía del planeta y de los habitantes de Satién. La estructura de seres-ayaplianos se 

había transformado en seres-reptiloides, conservaban la forma-hombre básica, más ya 

no en su fórmula energética. Piel escamosa y es-verdeada, cabeza grande sin 

cabellos, frente prominente, ojos rasgados, claros y de pupilas oblicuas, altos, 

delgados, brazos y piernas finas, sangre fría y sistemas adaptados a su alimentación, 

constitución fuerte y muy dúctil a diferentes graduaciones gravitacionales. Los 

ayaplianos-reptiloides no se adaptaron cerebralmente al conocimiento cósmico que 

Luzbel y los voluntarios impartían, las enseñanzas para ellos eran demasiado 

profundas y al no poderlas asimilar ni entender, no se efectuaba la inversión de 

pensamientos por la fuerte naturaleza de su condición reptil.

El conocimiento universal hasta cierto punto lo asimilaban, el entendimiento trataban 

de comprenderlo, más el amor no lo entendían y menos podían asimilarlo. Este fue el 

gran problema con el cual se confrontó Luzbel, la naturaleza reptil era un gran reto, un 

desafío que ni Luzbel ni la Confederación Cósmica imaginaron.

En el lapso de las investigaciones, de la transmisión del conocimiento, de los estudios 

profundos de la naturaleza reptiliana, en el contacto directo con los habitantes del 

planeta, en el ir y venir de Luzbel y su grupo, comenzaron a notar en ellos ciertas 

diferencias en su energía que los alertaron. 

A pesar que los voluntarios vivían en el frío de los polos para evitar la contaminación, 

la vibración del planeta los había alcanzado de alguna manera. Ellos habían tomado 

todas las precauciones para evitar una posible contaminación, la nave-laboratorio se 

encontraba justamente en el paralelo cero, significaba que la atmósfera no llegaba a 

circundar la totalidad del planeta, cuando la energía enferma llegaba a ese paralelo, 

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