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El estado profundo, un fenómeno real que ha sido objeto de innumerables teorías y especulaciones, sostiene una misión alarmante: destruir a la humanidad. Este siniestro objetivo se manifiesta a través de la creación de un mundo artificial profundamente corrupto, donde las nociones de verdad y moralidad son constantemente distorsionadas. En este entorno, se orquestan estrategias astutas para mantener a la población en un estado de embriaguez, confusión y dependencia, utilizando tecnologías avanzadas y manipulaciones arbitraria psicológicas.
Al retroceder en el tiempo, especialmente en los últimos cuatro años, se puede observar un aumento notable de marionetas en las maniobras furtivas del estado profundo. Los eventos sucedidos durante este periodo se catalogan como delitos meticulosamente planeados, perpetrados por aquellos que operan en las sombras, lejos de la vista pública. Estas acciones no son solo una serie de crímenes, sino parte de un juego macabro más amplio diseñado para desestabilizar sociedades y desgastar la resistencia humana. La narrativa construida a través de los medios de comunicación, las redes sociales y las plataformas digitales sirve como un vehículo para difundir desinformación y catapultar y manipular la percepción colectiva, logrando así el objetivo de alienar a los individuos y despojarles de su capacidad crítica. Los vínculos que antes unían a las comunidades se ven socavados, generando divisiones en el tejido social que son prontamente explotadas.
A medida que se desenrolla esta trama oscura, es crucial reflexionar sobre las implicaciones de tales acciones. ¿Estamos realmente en un punto de no retorno, o existe aún una oportunidad para reestructurar la narrativa y devolver el poder a la humanidad? La lucha contra este estado profundo se convierte, por tanto, en una búsqueda no solo por la verdad, sino también por la recuperación de nuestra esencia como seres humanos interconectados, capaces de crear un futuro que valore la autenticidad y la justicia por encima de la manipulación y el descontrol.
El estado profundo: misión destino la humanidad. Crear un mundo a su antojo y manera para fines egoístas y despojarle del mundo espiritual.
Volviendo atrás de un pasado reciente, sobretodo en estos últimos y pocos años atrás, nos encontramos con un panorama inquietante: el delito y la traición orquestados por fuerzas encubiertas se han hecho evidentes, destapando una emancipación que muchos eruditos, maestros y profetas de todos los tiempos habían anticipado. Este cambio, esta transmutación de lo que entendemos por vida, no ha llegado como un simple despertar, sino como el resultado de un agudo conflicto entre luces y sombras que ha acentuado la tensión en nuestro mundo. En este contexto, facciones malignas, que trascienden nuestras nociones habituales de poder, han emergido en la Tierra, manifestándose a través de lo que se conoce como el Cabal o Illuminati. Su estallido ha liberado energías profundamente negativas, encarnando el anhelo de razas extraterrestres que buscan vengar agravios de civilizaciones pasadas, especialmente de Alcione, un lugar mítico en nuestra narrativa colectiva.
Esta energía, que ha estremecido el planeta, ha permanecido dormida en el interior de la Tierra durante milenios, esperando el momento propicio para ascender a la superficie en un despliegue inesperado de poder. Estas fuerzas han llegado con fuerza y firmeza, exponiendo todo lo negativo mediante la activación de frecuencias demoníacas, que han operado desde hace mucho tiempo, en las sombras de nuestra realidad. Se ha revelado una verdad perturbadora: estas frecuencias no solo han desencadenado caos, sino que también han provocado un despertar violento de conciencias que estaban adormecidas, desatando agresiones contra toda forma de vida humana y la propia naturaleza viviente.
Desde la entrada de un nuevo milenio, se ha ido acumulando una situación de emergencia, que fue prefigurada por la llegada de un meteorito a nuestra atmósfera. Este evento, lejos de ser un mero fenómeno natural, fue una intervención consciente de la comunidad galáctica, que buscaba prevenir peligros inminentes. A través de una muestra de avanzada tecnología, naves extraterrestres intervinieron, destruyendo la amenaza del meteorito clandestino, que era un testimonio del caos que podría haber desencadenado. La NASA, en colaboración con razas inteligentes no humanas, llevó a cabo estas operaciones, utilizando el meteorito como objeto de estudio para observar las reacciones de la humanidad ante eventos cataclísmicos.
La iniciativa de estos esfuerzos se sintió como un final feliz en la narrativa global, pero también como el preludio de una segunda fase de transformación, marcada por cambios drásticos en el clima. Sin embargo, el impacto de estos cambios climáticos está resultando ser diferente de lo anticipado; no hay una respuesta clara, y la conexión entre estos fenómenos está generando un ciclo de crisis en la política global. Las redes emergentes, que han comenzado a hablar en voz alta sobre estos temas, han dejado claro que la trama existe, se extiende más allá de los obstáculos evidentes que enfrenta la humanidad. La crispación es palpable. En este escenario, donde el exterminio parece haber sido la única solución planteada, la verdad está saliendo lentamente a la luz.
A medida que estas revelaciones se propagan por todo el mundo, también lo hace la tensión y la desesperación que genera un sistema global que ha suplantado la verdad con mentiras, mostrando incapacidad de una gran imprudencia y malevolencia. El gobierno mundial, como un ente no humano, ha ocultado sus verdaderos intereses detrás de un velo de desinformación, intensificando la opresión y el sufrimiento de la humanidad. En medio de esta tormenta, surge la pregunta: ¿es realmente todo esto cierto? La aparente existencia de una federación galáctica posesiva que debería apoyar a la humanidad se convierte en un cruel espejismo, ya que los relatos de ayuda y liberación son eclipsados por un genocidio en curso y un terror palpable que acecha a cada rincón del planeta.
Este estado de cosas ha creado un escenario devastador, donde la humanidad, a pesar de la ignorancia generalizada, se aferra a una fe ciega en aquello que no comprende. Desde antes de la plandemia, la humanidad estaba en un camino de crecimiento continuo. Sin embargo, la creación de un estado de miedo y terror sin precedentes ha encontrado su cumbre en la forma de un virus simbólico, uno que nunca existió de la manera descrita por quienes se beneficiaron de su utilización. La federación galáctica, aliada con un sistema político corrupto, ha estado orquestando un genocidio, con la introducción de vacunas letales, marcadas por nanotecnología que no pertenece a nuestra especie.
En un torbellino de negatividad, millones de seres humanos despertaban a una nueva era de conocimiento intrínseco. Pero la oscuridad de los mundos superiores, representada por la federación galáctica, intervino utilizando tácticas que han hecho eco en civilizaciones pasadas. Lo que está en juego es la estabilidad del propio planeta; el descenso de la frecuencia vibracional y la amenaza de un nuevo caos. La humanidad, al elevar su frecuencia colectiva, se encontró en la mira de aquellos que no desean que accedamos a nuestro verdadero potencial. La inevitable lucha entre la ilusión de libertad y la opresión está cobrando vida.
Mientras todos enfrentamos graves calamidades, es vital recordar que el cambio que buscamos debe venir desde adentro. Las injusticias actuales no son accidentes; son un llamado para que evaluemos la calidad de la vida que hemos elegido y, en última instancia, el destino que forjamos a través de nuestras decisiones. Una vida llena de dificultades, aunque parezca oscura, puede ser el catalizador para el despertar colectivo que anhelamos. La humanidad tiene la capacidad de trascender el sufrimiento y abrir la puerta hacia una nueva realidad. Debemos abrir los ojos a las verdades ocultas y abrazar nuestra responsabilidad en la co-creación de un futuro más brillante. La confianza en nuestra capacidad para discernir la verdad permanecerá como nuestro principal aliado en este viaje transformador, y la información, cuando se analiza con cuidado, puede guiarnos hacia la comprensión y la liberación que tanto necesitamos.
El dilema de la política actual, enmarcada por un ciclo de desastres y desatención, se convierte en un reflejo de nuestras propias decisiones como sociedad. Es urgente que cuestionemos el sistema, que lo reformemos y que elijamos un camino que honre nuestra humanidad en lugar de mantenernos aprisionados en una narrativa de miedo y desconfianza. En nuestras manos se encuentra la fuerza y el poder necesarios para transformar el mundo que habitamos, y al despertar de la verdad, la humanidad podrá finalmente volver a unirse en el camino hacia su emancipación auténtica.